miércoles, 17 de octubre de 2007

Una lucha de amor familiar

Janes Miller (AQUÍ PUBLICAMOS EL CUENTO DE NUESTRA ESCRITORA MAS JOVEN)

Érase una vez, una pequeña niña. Bueno tal vez no tan pequeña, se llamaba Darissa y tenía 10 años. Su pelo era largo y liso, sus ojos grandes y de color café, su mirada tenía algo especial, lo que la hacía distinta a las niñas de su edad. Darissa era una niña muy inteligente y amable con todos. Ella tiene una familia común, un padre, una madre y dos hermanas pequeñas, Sonia de 8 años y Magdalena de 7 años. Darissa asistía a una Iglesia, participaba en todas las actividades que en ese lugar realizaban, ella amaba y respetaba a Dios, pues sabia que él la cuidaba y ayudaba en todo momento.

Un día, al llegar a casa después de la escuela, Darissa abrió la puerta de su cuarto, y vio una luz muy brillante, no sabía que hacer, sólo miraba desconcertada esa luz tan resplandeciente. Después de un momento logró vislumbrar una tenue figura, no podía ver con claridad, se acercó dudosa y al fin consiguió ver en medio de esa luz, la imagen de su abuelita. Darissa no lo podía creer, sin embargo quería saber que hacía ahí, porque la buscaba a ella, que había sucedido ese fatal día del accidente automovilístico, que la separó para siempre de su lado. Como pudo, Darissa recobró fuerzas, tomó aliento y logró articular una palabra - ¿Abuela?. De pronto, una voz respondió: - Sí, soy yo, tu abuela – el rostro de Darissa, expresaba una alegría sin límites, pero continuó escuchando: - Dios me ha encomendado una misión, Darissa, nietecita querida, tendrás que ser muy fuerte, te esperan días muy duros, vendrán muchos problemas y creerás desfallecer, pero nunca olvides que Dios está contigo, no debes temer, Él y yo estaremos a tu lado, te amo mi niña…adiós, luego de estas palabras desapareció. Darissa quedó paralizada, no lograba comprender la importancia del mensaje de su abuela, se sentó en la cama y quedó en silencio por unos minutos. Luego reaccionó y tomó la decisión de no contar lo sucedido esa tarde.

Al llegar el siguiente día, Darissa notó algo extraño entre sus padres, ellos ya no se hablaban, recordó lo dicho por su abuela, pero pensó que no era importante, tomó su mochila y se fue al colegio. Allí la jornada fue normal, jugó como siempre con sus amigos, rieron recordando todas las travesuras que habían realizado ese día. Al salir del colegio se dirigió hasta su casa, almorzó como de costumbre y fue a su cuarto a hacer sus tareas. Luego de un momento escuchó unos ruidos que le parecieron extraños, entonces abrió la puerta de su cuarto, bajo la escalera silenciosamente, y encontró a su padre algo bebido y su madre estaba llorando desesperada. Darissa preocupada le preguntó: - ¿Qué sucede? ¿Por qué están discutiendo? – la madre, aun con algunas lágrimas en las mejillas, respondió: - Por favor, no te metas. Son cosas de adultos – Darissa obedeciendo a su madre, subió hasta su cuarto, y sentada en su cama, recordó lo que su abuela, le había dicho: - Entonces todo esto era verdad – pensó Darissa - Tendré que ser fuerte. Por favor Dios ayúdame – cerró sus ojos, sintió que su corazón se apretaba, no podía creer que esto estuviera sucediendo en su familia, hace un tiempo eran tan felices y ahora todo había cambiado.

Al cabo de dos meses, las peleas se hicieron mas intensas y violentas, esto produjo que Darissa bajara su rendimiento escolar, ya no se concentraba en el colegio, trataba de hacer su máximo esfuerzo, pero no lograba olvidar las dolorosas escenas que veía a escondidas desde la puerta de su habitación. Darissa sólo intentaba proteger a sus hermanas, para que ellas no se dieran cuenta de lo que a diario sucedía en su hogar.

Un día, Darissa regresaba a casa, después de una ardua jornada de materias y pruebas, al entrar a ella, vio a su padre sentado en el sillón, en otro lugar de la sala, estaban su madre y sus hermanas. El ambiente era de total tensión, Darissa no se animaba a preguntar que sucedía, por temor a una respuesta negativa, después de unos segundos, respiró profundamente y miró a su madre, ella comprendió lo que Darissa quería saber, y respondió a esa mirada, diciendo: - Hija, tu padre y yo hemos decidido separarnos – Darissa sintió como si un hielo recorriera todo su cuerpo, comenzó a llorar, tanto así, que después de un momento ya no le quedaban lágrimas. Se fue a su cuarto, y llorando se durmió. Luego de un rato, su madre la despertó, Darissa aun adormecida, la miró con desconcierto, observó unas maletas que esperaban en la puerta de su cuarto, su madre le dijo: - Vístete, nos iremos a casa de tu tío – Darissa no quería ir a ese lugar, pues no le daba confianza, sabía que ahí había droga y violencia, pero tenía que acompañar a su madre, aunque lo que ella deseaba era quedarse con su padre y así poder ayudarlo. La despedida fue horrible, su madre estaba como endemoniada, sus hermanas desconcertadas por lo sucedido. En silencio subieron al auto, Darissa no dejo de llorar durante todo el trayecto a su nuevo hogar.

Después de algunos días, Darissa no lograba adaptarse a ese lugar, más aun cuando escuchaba a sus hermanas llorar durante toda la noche. Sus tíos eran violentos y trataban a su madre como a una empleada, y ella, para que no la arrojaran a la calle con sus hijas, hacia todo lo que le decían. Darissa, ya cansada de esta situación ideó un plan. Cada noche, al irse a dormir, pensaba en la forma de hacer que sus padres se reconciliaran y todo volviera a ser como antes, hasta que un día surgió una idea. Salió como de costumbre al colegio, pero al salir, sus pasos se dirigieron hasta la cafetería, lugar donde su padre trabajaba. Cuando lo divisó, Darissa corrió a sus brazos, el padre muy contento la abrazó largamente. Luego, ella le contó todo lo que sucedía en casa de sus tíos, las largas noches de desvelo de sus hermanas, los interminables días de trabajo doméstico de su madre y por supuesto su profunda pena por la separación de ellos. Por su parte, el padre le dijo que él las amaba, sabía el gran daño que les había provocado, pero haría lo posible para volver a estar juntos. Estas palabras reconfortaron a Darissa, creía en su padre, y por esto prometió ayudarlo, pues sabía que el amor de una familia unida era lo más importante en la vida. Luego de esta conversación salió de prisa de la cafetería, pero ahora no con tristeza en su mirada, más bien su rostro irradiaba felicidad.

Un día miércoles Darissa volvía del colegio, su madre y sus hermanas la esperaban como era habitual, sin embargo ellas no sabían que Darissa no venia sola, su padre la acompañaba. La madre al verlo, corrió hasta una habitación, él salio detrás de ella. Conversaron un largo rato, se escucharon gritos, llantos, Darissa estaba ansiosa de saber que sucedía y esperaba junto a sus hermanas en la habitación contigua. Pasaron dos horas…dos horas interminables para Darissa, entonces todo quedó en silencio, solo escuchaba su agitada respiración. De pronto sintió unos pasos, era su madre, que llorando salía de la habitación. Su padre en cambio expresaba una alegre sonrisa diciendo: - Con tu madre hemos decidido volver a estar juntos, pero antes debo rehabilitarme – Darissa y sus hermanas corrieron hasta los brazos de sus padres, dando gracias a Dios por cumplir su deseo.

Después de una semana, regresaron a su casa. Se sentía una rica sensación de tranquilidad en el hogar. Ese día sábado pasearon por la plaza como una linda familia, Darissa se adelanto para admirar el paisaje, en medio de unos árboles volvió a ver a su abuelita, quien le dijo: - porque fuiste valiente, fuerte y madura, Dios te regalo una familia feliz, adiós mi niña, te amo – Darissa con una lágrima en su mejilla se despidió, recordando todo lo que había acontecido y como ella siendo una niña, lucho por el amor y la unión de su familia.

FIN


7 comentarios:

TALLER EDEN Y LUJURIA EN VIVO dijo...

Janes: Tu cuento tiene una candidez e ingenuidad llena de ternura y nobleza muy propia de tu edad. Mi sugerencia es que en tus futuros textos pongas atención en la redacción, especialmente, cuando hay pequeños diálogos entremedio. Debes preocuparte de los acentos y de colocar donde corresponde los signos de interrogación porque, de lo contrario, cambia totalmente el sentido de lo que quieres expresar.
Celebro tu gusto por la literatura y de deseo lo mejor en tu desarrollo literario junto a tus compañeros y Director del Taller

Marisol Montero

Antonieta Adams dijo...

Me dejó perpleja la ingenuidad del relato y las ideas tan claras, que pese a los problemas de redacción mencionados en el comentario anterior, se nota que no fue una historia que comenzó sin tener sentido, sino que partiste escribiendo sabiendo el final. Ójalá el gusto por la literatura lo lleves contigo siempre, pues se ve que tienes talento.

Un beso

Camila Varas Brash dijo...

janes

que gusto me da el leer tu cuento, ya había olvidado cuando leí por última vez un texto tan cándido, tan ingenuo, con esa sensibilidad que sólo se posee hasta cierta edad.
de hecho, gracias a ti, he estado recordando momentos de mi infancia y tratando de explicarme cuando fue que perdí esa candidez...
en cuanto a lo literario, la redacción es algo que mejorará con el tiempo y la lectura, sólo debes seguir cultivando este arte con disciplina e inteligencia.. de hecho podrías pedirle a tus profesores/ras que te enseñen formas más elaboradas de redacción y narración, pero, querida, todo vendrá a su tiempo.

cuidate y mucha suerte en tus futuros textos...

un saludo

francisco javier parra núñez dijo...

Janes: Hoy en el taller no te dije lo que pensaba de tu cuento, pero ahora aprovecho para hacerlo. Al igual que los comentarios anteriores, creo que es muy tierno e ingenuo el relato. Sigue escribiendo, lo que sea, bueno o malo, sin temor a mostrarlo, porque por lo que se ve, escribes bien. Un humilde concejo; cuando te refieras a algún personaje del relato que escribes, no es necesario que los llames por su nombre. Basta con una o dos menciones, y el resto se entiende igual. Prueba con este cuento y suprime algunos "Darissa", y notarás que suena mejor. Te felicito y sigue desarrollando este arte, porque tienes talento

Rob. dijo...

Janes:

Me encanta la idea de la abuela, demuestras que no es necesario un hada para solucionar los problemas. Otra cosa, es un gran defensa a lo que escribes a que a veces la fuerza y la ingenuidad de los niños, son mucho más poderosas que las erradas decisiones que los adultos suelen cometer.

Felicidades.

TALLER EDEN Y LUJURIA EN VIVO dijo...

Janes:
Me sumo al comentario de los demás visitantes del blog, en cuanto a la ingenuidad del relato. Tiene mucho de cuento infantil. Sin embargo, esa candidez llega al lector y le invita a replantearse frente a situaciones tan duras y difíciles de resolver para los adultos como la que mencionas en el texto. La mirada de los niños y niñas es muy sabia y, la mayor parte de las veces, he sentido que si los adultos escucháramos más a los niños y niñas, las soluciones a nuestros problemas serían más óptimas y provocaríamos menos daño a los demás. Felicitaciones y sigue por este camino. Malutae

TALLER EDEN Y LUJURIA EN VIVO dijo...

Janes:
Creo que a ti sólo hay que felicitarte por atreverte a escribir, y que los errores que cometes, son únicamente debido a tu edad y que el correr de los años te dará el bagaje para perfeccionarte. Por lo tanto, si te gusta escribir, sigue perseverando. Con cariño.Aída.