lunes, 22 de octubre de 2007

CAMILA RIQUELME

En silencio

Todo está tranquilo, solo se escucha el tic- tac del reloj que acaba de marcar las siete. Debe apresurarse, no tiene mucho tiempo para abandonar la casa antes que todos lleguen. Corta el agua y sale de la ducha, al hacerlo no puede evitar verse en el espejo, su figura desnuda parece un fantasma, una sombra a punto de desvanecer. A simple vista se pueden observar sus costillas, hombros, caderas, todo su esqueleto a punto de rasgar la piel, y no solo eso, conservaba una serie de cicatrices repartidas por todo su cuerpo, cortes que aún no sanaban, consecuencia de las innumerables veces en que un cuchillo enajenado le entreabrió la piel. Su largo cabello colgaba asimétrico. Estaba hecha un espanto. Lo más rápido que pudo tomó la toalla, se envolvió en ella y salió. No soportaba observarse, la imagen que le devolvía el espejo no era su reflejo, al menos no el de la chica de hace un año atrás, antes que su vida se convirtiera en una oscura maraña, esa que disfrutaba, la que no tenía problemas... la que era feliz. Pero todo formaba parte del pasado y recordarlo era perder el tiempo.

Cuando terminó de vestirse repasó mentalmente lo que debía hacer. Solo le faltaba algo. Fue al armario, buscó entre sus ropas, ahí estaba, tal como la había dejado, la saco y la guardó entre la pretina de su pantalón. Por último dejó un sobre en la mesa del comedor, cogió un abrigo y salió.

En mitad de la calle Amanda no era más que una mancha, como si un pintor en un descuido la hubiera puesto en el paisaje y nadie notara su presencia. Caminaba sin prisa, pero decidida. Iba envuelta en un abrigo negro que llegaba más abajo de sus rodillas, el rostro demacrado no expresaba nada, los ojos vacíos y la mirada ausente, la sonrisa perdida en lo más profundo del olvido y su lugar ahora lo ocupaba el silencio.

Se hizo tarde, la ciudad se mece vibrante a esas horas en el placer de recibir la noche. Silenciosa y cautelosa, llena de misterios, ella lo percibe, siempre lo hace, siente una cierta complicidad, por un rato la disfruta,... exquisita, acosada por la soledad ingrata, confusa, llena de laberintos que esconden secretos indecibles, siempre ahí alerta a la espera de un amanecer. Sí, así es ella, la noche es ella y esta noche le pertenece. Mientras camina se pregunta si la vida realmente es una rueda como dicen, si es así la suya se ha estancado. Está triste. Se cansó de esperar. Está aburrida de aparentar ante los demás que no pasa nada, que se siente bien, que es perfecta... la agobian los otros y es que en su vida todo ha sido aparentar, girar en torno a ellos, ser el pañuelo de los angustiados y el consuelo de los desesperados pero, ¿quién se ha fijado en ella?, Amanda se sentía sola, perdida en su dolor, presionada por obligaciones que no se creía capaz de cumplir, por metas a las que sabía nunca iba a llegar. A los que alguna vez llamó amigos ya no existían, reconocía que en parte era su culpa, poco a poco se había aislado en una especie de burbuja donde solo tenía espacio ella, junto a sus problemas, y de la que ahora era prisionera.

Hace ya bastante tiempo que perdió su norte, al parecer ha tocado fondo, la vida ya no tiene sentido y cuando sucede eso se está frente aun gran problema. Para algunos la solución es fácil, Amanda cree haberla encontrado.

Se detiene, ha estado tan ensimismada con sus pensamientos que sin darse cuenta ya ha llegado, a unos cuantos metros se encuentra el estero. El sitio está deshabitado y lo suficientemente lejos de todo, siempre le ha gustado, es tranquilo, sin nadie que pueda molestar. Se sienta un rato a descansar, saca del bolsillo de su abrigo el cogollo que compro hace unos días a uno de sus compañeros de colegio. Últimamente ha fumado bastante, no tiene reparos, fuma cualquier cosa que llegue a sus manos y lo hace más que nada para no comer, solo siente hambre cuando está nerviosa, porque de un día para otro había perdido el apetito. Jamás estuvo contenta con su cuerpo, sentía que no encajaba con el estereotipo de mujer que todos conocemos así que tampoco se hizo problema, pero llegó el momento en que no toleraba comida alguna y le era imposible contener las ganas de vomitar. Ella lo sabe, la anorexia ha tomado su cuerpo y también su mente hasta lograr arraigarse en su naturaleza, ella lo sabe pero no le importa. Ya nada le importa y en estos segundos menos aún. Sigue deleitándose mientras fuma rememorando cada instante en silencio, de su vida de silencio que nadie ha notado... y han guardado silencio.

Esta helado, es el comienzo del invierno y hace mucho frío, se entretiene un rato observando el vaho que sale de su boca cuando respira y se pierde con la neblina que hay a su alrededor. Se le viene a la cabeza el coro de una canción de Los Tres que tanto le gusta: “si me dices que te vas que no lo quieres intentar entonces abre la ventana y tírate”. Pues aquí está abriendo su ventana. Echada sobre la hierba piensa en qué pasara mañana con los otros y con el mundo, pero después de todo da igual, que se jodan ellos con sus putas vidas de personas felices y normales. Total su vida es suya y es libre de hacer lo que se le dé la regalada gana, que se queden aquí con su perorata plagada de moralina con su Dios y con su infierno, lo que es ella ha decidido poner el punto final y ni la amenaza más horrenda de castigo divino la detendrá.

Rápidamente se pone de pie, ya no hay más tiempo que perder, la saca de entre el pantalón y la observa, a la luz de la luna tiene un brillo especial un tanto maligno. La toma y la lleva a su cien, pone el índice en el gatillo, su mano tiembla, al parecer esta nerviosa, pero puede ser el frío, realmente esta helado o al menos eso cree ella. En dos segundos infinitos mil sensaciones por su cuerpo, una especie de corriente eléctrica la recorre desde la cabeza hasta la uña del dedo gordo del pie y rebota hacia su mano, hacia el índice decisivo. El clic del gatillo se escucha como una bomba que triza la noche, una explosión, el cuerpo se deshace, el estruendo se transforma en hormigueo, un impulso que la arrebata.

Cuando abre los ojos está sudando, su corazón late a mil por segundo, sin darse cuenta se quedó dormida y ha tenido un sueño. Mira el reloj colgado en la pared, quince para las siete, justo en la hora, toma su abrigo y sale de la casa, el frío del acero penetra su pierna... mientras camina por la ciudad con paso decidido bajo la noche en el más absoluto silencio.

4 comentarios:

TALLER EDEN Y LUJURIA EN VIVO dijo...

Camila: En tu texto encuentro que puedes desarrollar de una forma más interesante las ideas,ya que en la forma que las expresaste, son muy predecibles. Sugiero que pongas atención en sintetizar. Usa palabras simples, bellas que le permitan al lector una lectura fresca.

Marisol Montero

TALLER EDEN Y LUJURIA EN VIVO dijo...

Camila:

Aún cuando el final de tu texto suena impredecible, la mayoría de las ideas plasmadas se tornan muy predecibles. Tal vez deberías trabajar más en eso y pedir la opinión crítica a tus otros compañeros y compañeras de taller. Quizás, por lo mismo, me resultó muy extenso el relato....parecía que nunca terminaría. Animo. Malutae.

TALLER EDEN Y LUJURIA EN VIVO dijo...

Camila:
Pienso igual que las personas que te han hecho sugerencias respecto a tu texto, pues hay muchas frases y partes de éstas, como también hay palabras, que deberías eliminar: algunas frases "suenan" a reflexiones que hace el narrador, salvo que tú cambiaras la redacción de las mismas; y hay otras frases y palabras que no aportan nada, ya que es redundar en lo mismo. Además debes poner un poquito más de atención en la puntuación y ortografía, como la palabra sien que la escribistes con c. Todos estos cambios que te sugiero, estoy segura, que le darían más coherencia e intensidad a tu interesante texto. Aída

Anónimo dijo...

Lo que más me llama la atención de este texto ¡es que es bastante similar a uno que escribí el año pasado! No pude evitar sonreír cuando lo terminé de leer.

Concuerdo con los comentarios anteriores y sí, hay cosas que son muy obvias, como el detalle de la pistola (que si bien yo creía que era una soga es predecible) entre otras cosas más.

Un beso. Buena historia "tocaya", jajaja. Me gustó bastante.